De La Matanza a la igualdad

por Jesús Dellacasagrande

Era un día de julio muy frío, no era un día cualquiera, no era un frío cualquiera. Recuerdo haber tomado el 155 que para en Av. Crovara al 3100 ahí donde pegaba la vuelta para ir por adentro, como decíamos en ese entonces, generalmente no usaba ese colectivo para ir “al centro” ya que demoraba más que otros, pero era el que más me acercaba al Congreso. Me había despedido de mi mamá y ella sabía a dónde iba y solo había esbozado un tené cuidado.
El viaje duraba alrededor de dos horas, este colectivo cruzaba casi toda La Matanza y terminaba en Av. Alem donde esta el Luna Park, sabía que si no agarraba asiento de entrada me tocaba estar parada hasta el final del recorrido, eso esencialmente aquel día no me interesó. Fui todo el viaje aferrada a un caño para que las frenadas de golpe no me dejaran desparramada por el piso. En mi mente daba vuelta la idea de la visibilidad, me imaginaba con Juli y una familia, con cada pensamiento me temblaba en el pecho y los ojos se me llenaban de lágrimas, pero no daba llorar en el bondi que cruzaba La Matanza. Entre tanto pensamiento y contener lágrimas finalmente llegue a destino, Callao y Corrientes, de ahí a patear unas cuadras hasta el Congreso, donde me encontraba con amigxs, mientras caminaba por Callao el pecho se me inflaba de emoción, sentía que iba a salir volando, llegue a eso de las 15h vi el escenario y corrí a abrazarme con mis amigxs todo gritos y emociones desbordadas. Pablo no paraba de hablar del chico que le gustaba, que estaba ahí también, La Vani, que estaba toda encapuchada porque tenía miedo que los medios la enfocarán y la vieran del laburo, en su trabajo eran todxs de lxs naranjas, como les decíamos a lxs que estaban en contra y La Vani sabía que si la veían ahí se quedaba sin trabajo, un lujo que no se podía dar ni ella, ni ningunx de nosotrxs. Lore que era la informante estaba desde la mañana, desde que pusieron el primer fierro del escenario, como decía ella, iba y venía por todos lados hablando con todo el mundo y trayendo información y yo, que recién llegaba. Sin embargo ahí estábamos todxs llenos de ilusiones y sueños que eran diferentes, pero en definitiva todxs representaban el mismo deseo, poder ser libres.
Ese no era otro día más de julio, ese día para nosotrxs marcaba un antes y un después en nuestras vidas. Todxs veníamos de lejos y no nos importaba ni la cantidad de bondis que habíamos tomado para estar ahí, ni que teníamos que trabajar cansadxs al otro día, teníamos bien claro más allá de todo que había que estar ahí porque estaban hablando de nosotrxs, porque al hablar de nosotrxs nos hacían reales, como afirma el filósofo francés, George Steiner, “lo que no se nombra, no existe”. Nosotrxs empezábamos a existir en el mundo de los derechos y ese hacernos visibles nos llenaba de esperanzas.
Llegada la noche algunos prendieron fogatas y nos agrupamos ahí, el frío nos recorría el cuerpo pasaba por nuestros huesos, pero no podía congelar nuestras esperanzas. Había bares como el de Rivadavia y Callao pasaban el debate por la tv y muchxs estaban ahí adentro, más allá que lo veíamos cada tanto en las pantallas y en una carpa cerca del escenario donde había una mínima diferencia de tiempo con las pantallas. Lore, venía a cada rato trayendo pines y nos contaba en un rato votan y así casi toda la noche, La Vani, fue la primera en irse, nos despedimos llorando, tenía que trabajar muy temprano y tenía miedo de quedarse dormida, pero ese llanto encerraba más que el miedo a quedarse dormida implicaba el miedo a que se votará en contra. La Vani vivía con su novia hacia 3 años querían casarse y tener hijxs, y cada voto y argumento en contra la alejaban más de su sueños. Lore, Pablo y yo nos quedamos ahí nos encontramos con unxs amigxs de ella y nos metimos en un Kiosco que tenía tv y pasaba el debate. Éramos varixs lxs amuchadxs, en ese kiosco, Lore no paraba de entrar y salir para fumar, Pablo estaba sentado en el piso recostado contra una pared, a mi no me daban más las piernas lo mire nos sonreímos y me senté a su lado, mientras desde abajo la veíamos fumar a Lore en la puerta, nos tomamos de la mano y apretamos los labios, estábamos nerviosxs tanto como Lore, solo que ni siquiera podíamos dejarlo salir, no podíamos ni pronunciarlo. Las horas corrían, los nervios nos comían por dentro, los argumentos en contra dolían, tanto como cada situación de violencia y discriminación que vivimos día a día, cada argumento en contra era una espina más clavada en nuestros cuerpos. Entrada la madrugada, empezando el día aún seguíamos ahí, a sabiendas que nos tocaba comenzar el día laboral en muy pocas horas, Lore se acerca y con mucha verborragia nos dice, hay que ir a la plaza se va a votar, corrimos junto a varias personas hacia la plaza, que antes se había vaciado, otra vez estábamos todxs ahí, mirando la pantalla gigante y mirando a la carpa blanca cerca del escenario, Pablo decía miremos a la carpa si gritan ahí es que si. Todas nuestras esperanzas y deseos estaban puestos ahí en un solo SI, nos tomábamos de la mano y esperábamos.
Por un segundo el tiempo se detuvo, nadie respiraba y de la nada vemos venir una oleada de gritos y brazos levantados hacia nosotrxs, que partía desde la carpa blanca, nos miramos entre lxs tres, comenzamos a saltar, a gritar, a llorar. Fuimos parte de esa ola gigante de emociones.
Nos abrazábamos y llorábamos con personas a nuestro alrededor que no conocíamos, pero eso no importaba, todxs estábamos ahí por una única razón. Recuerdo que después corrimos en manada, casi por inercia hacia el obelisco e hicimos una gran ronda para abrazarlo.

Argentina le había dicho Sí al matrimonio igualitario.

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